El castillo, declarado monumento nacional en el año 1931, antes del decreto del año 1949 que protegía todos los castillos por sus valores históricos y paisajísticos, tiene mucho más que ofrecer que estos valores que sin embargo posee en abundancia. Hay, aparte del paisaje y de su singular historia en Campos, cuatro aspectos que le hacen extraordinariamente singular y complejo pese a su pequeño tamaño. Por un lado, está su singular condición de híbrido entre castillo medieval y tell prehistórico con un yacimiento que conforma su estructura exterior de un valor extraordinario y que explica la evolución de la ocupación de esta zona de la Tierra de Campos, desde la edad de hierro.

El segundo elemento extraordinario, y que llevó posiblemente a su declaración del año 31, es la calidad del diseño y de la factura de las fabricas renacentistas de Juan de Badajoz, un autentica exhibición de virtuosismo e imaginación en su magnífica azotea.

El tercero de sus valores extraordinarios radica en la singularidad del diseño del palacio renacentista, abierto hacia el oeste, en el que el programa del palacio utilizaba singularmente su apariencia medieval fingida para construir una estructura casi inédita en España y de la que el hastial, recién caído, era el emblema más importante. Un cuarto valor, hasta ahora imposible de apreciar, está en su interior palacial, reubicado dentro de la estructura medieval, pero con suficientes elementos conservados para hacerlo extraordinariamente singular.

Aparte pues de paisaje y yacimiento tenemos 3 edificios que analizar: el castillo/mota de tierra, la torre del siglo XV y la reforma renacentista.