El Castillo de Belmonte es un referente paisajístico de primer orden en toda esta zona de Tierra de Campos, tanto en las vistas desde él hacia el territorio circundante como en su presencia desde el territorio mismo; visible desde todos los castillos vecinos, desde todos los pueblos de la llanura que le rodea, desde el Canal de Castilla que
surca su término, es el punto de referencia visual de un notable conjunto patrimonial que integran Iglesias, ermitas, monasterios y el propio canal.

Esta condición de hito monumental de su comarca hace que todos los pueblos vecinos lo consideren un
referente y un punto de atracción en una comarca que merece, más que ninguna otra, el calificativo de “” España vaciada” (en el pueblo solo hay trece casas abiertas, y no todo el año) y responde además a la concepción histórica de los edificios singulares de la Tierra de Campos, en piedra y de volúmenes rotundos y
espléndidos, en comparación con los caseríos de adobe y tapial, como si el monumento tuviera la función de anclar a los pueblos a un punto concreto de una Tierra de Campos en las que, si no fuera por estos hitos, quedarían perdidos.

Hay incluso una triste poética en la permanencia de estas moles de piedra, cuando poco a poco las casas de barro van cayendo y desapareciendo en la propia tierra y no es extraño que los habitantes de la comarca, vean en la pervivencia de estas estructuras la única forma de que perviva el recuerdo de estos pueblos que se mueren. La decisión de convertir el Castillo en Observatorio del Patrimonio Cultural de esta Tierra de Campos, con el apoyo de todos los pueblos comarcanos, tiene este sentido y aunque el programa expositivo, que albergarán las salas, no se incluye en este proyecto, porque no es financiable, la propia permanencia del castillo y su incomparable azotea es ya, por si misma, el mejor observatorio posible del territorio.